lunes, 22 de diciembre de 2008

Quizás, haberlo conocido, haber pasado esas noches con él, haber...

Desde el piso número 20 de un edificio Leia mira las luces de la ciudad, la noche helada. Adentro, el calor de su departamento, el sillón, el bastón y sus ojos viejos que no pueden dormir, que piensan...

En todo ese pueblo roñoso, había un hombre rico que pagaba por mi. Galo Sun tenía unas manos pálidas pero fuertes, podía sostener mi cuerpo como si fuera una pluma. Cuando Galo Sun me tocaba, ya no parecía ciego, sus manos eran unos ojos enormes y abiertos que se aferraban a mi, con el sudor y la ansiedad de quien siente que por un segundo, ha encontrado la balsa en el medio de un naufragio...
Esas manos que me sabían a mi, más que a nadie...

La verdad, después de tanto tiempo, venir a pensar en él, a desvelarme, a recordar esto,
el robo,
la huida,
aquella última noche,
ese dinero,
mi pasaporte de salida al mundo
porque sino... yo no

La verdad, venir a saberlo, ahora, que al final de todo, todo fué gracias a él, que calló mi traición.

recordarse

dolerse

llorarse

arrepentirse

y morirse, de eso

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